viernes, 16 de enero de 2015

“IGLESIA SIN FRONTERAS, MADRE DE TODOS”


El domingo 18 de enero se celebra la Jornada Mundial de Las Migraciones

En la actualidad son más de 232 millones de personas que emigran internacionalmente, el 3,2% de la población mundial. En nuestro país más de 5 millones de nuestra población ha venido de otras tierras y casi medio millón son  jóvenes que han nacido en España.
El tema de la migración tiene muchas caras: la cara de los fallecidos intentando cruzar fronteras físicas y mentales, ideológicas y políticas, las caras de nuestros vecinos que han venido allende el mar y con los cuales convivimos. Por eso el domingo 18 de enero se recuerda a todos los emigrantes y refugiados en el Su Santidad desea que todos construyamos una Iglesia sin fronteras y que se vea que es Madre de todos.
El Papa Francisco nos recuerda en su mensaje con motivo de esta jornada que “Todo esto adquiere hoy un significado especial. De hecho, en una época de tan vastas migraciones, un gran número de personas deja sus lugares de origen y emprende el arriesgado viaje de la esperanza, con el equipaje lleno de deseos y de temores, a la búsqueda de condiciones de vida más humanas. No es extraño, sin embargo, que estos movimientos migratorios susciten desconfianza y rechazo, también en las comunidades eclesiales, antes incluso de conocer las circunstancias de persecución o de miseria de las personas afectadas. Esos recelos y prejuicios se oponen al mandamiento bíblico de acoger con respeto y solidaridad al extranjero necesitado.
Por lo demás, el carácter multicultural de las sociedades actuales invita a la Iglesia a asumir nuevos compromisos de solidaridad, de comunión y de evangelización. Los movimientos migratorios, de hecho, requieren profundizar y reforzar los valores necesarios para garantizar una convivencia armónica entre las personas y las culturas. Para ello no basta la simple tolerancia, que hace posible el respeto de la diversidad y da paso a diversas formas de solidaridad entre las personas de procedencias y culturas diferentes. Aquí se sitúa la vocación de la Iglesia a superar las fronteras y a favorecer «el paso de una actitud defensiva y recelosa, de desinterés o de marginación a una actitud que ponga como fundamento la “cultura del encuentro”, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno» (Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014).”










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